Diario Sobre el Tratamiento de Mi Enfermedad Ocular
Primer Día

JENNIFER | SEPTEMBER 12, 2014 9:52PM JST
Sobre el 10 de Septiembre, 2014
Desayuno
Bueno, me desperté antes que las otras personas hoy y eran más o menos las seis menos cuarto de la mañana. Fue sorprendente porque yo me acosté a media noche. Entonces, no tuve ganas de cerrar los ojos de nuevo. Continué leyendo un libro famoso del escritor brasileño Paulo Coelho llamado Once Minutos hasta que en nuestra habitaciones anunciaron el desayuno. Hoy comí arroz blanco, sopa con hongos, un plato adicional de huevo hecho de estilo Japonés tradicional y otro plato Japonés con una mezcla de vegetales. Estuvo muy rico.
Conociendo a Fumiko
Durante esta comida, me senté con tres mujeres. Una de las otras pacientes la cual yo comparto una habitación me dijo como ella descubrió su enfermedad. Para razones confidenciales, la nombraré Fumiko. Ella también tiene la enfermedad de Grave tal como yo. Aparentemente sus ojos estuvieron fuertemente afectados. Ahora, su historia siempre se permanecerá conmigo y sabrás en solo un momento.
En primer lugar, déjame compartir con ustedes que Fumiko es un farmacéutico quien ha estado alrededor de la medicina por varios años. Sin embargo, ella se sintió suficientemente cómoda para revelar su historia. En el mundo de la medicina, los doctores están entrenados a tener un gran nivel de maestría en sus profesiones en donde ellos pueden manipular situaciones difíciles e insoportables. Esto suelde ocurrir en maneras compasivas para el bien de los pacientes.
Fumiko fue diagnosticada con la enfermedad de la tiroidea hacen más de tres años atrás. Cómo lo supo? Por extraño que suene, su pantorrilla derecha se hinchó a un nivel muy drástico y comenzó a tener palpitaciones cardíacas rápidas. Ella fue al médico para un chequeo, pero nadie pudo descifrar el problema que causó la ampliación. El hospital de Fumiko la refirió a un hospital más grande donde ella se sometió a una serie de pruebas. Ahí fue donde se enteró que tenia la enfermedad de Grave y vio un especialista. Poco después, sus ojos comenzaron a crecer a una velocidad rápida.
Sobre el 10 de Septiembre, 2014
Desayuno
Bueno, me desperté antes que las otras personas hoy y eran más o menos las seis menos cuarto de la mañana. Fue sorprendente porque yo me acosté a media noche. Entonces, no tuve ganas de cerrar los ojos de nuevo. Continué leyendo un libro famoso del escritor brasileño Paulo Coelho llamado Once Minutos hasta que en nuestra habitaciones anunciaron el desayuno. Hoy comí arroz blanco, sopa con hongos, un plato adicional de huevo hecho de estilo Japonés tradicional y otro plato Japonés con una mezcla de vegetales. Estuvo muy rico.
Conociendo a Fumiko
Durante esta comida, me senté con tres mujeres. Una de las otras pacientes la cual yo comparto una habitación me dijo como ella descubrió su enfermedad. Para razones confidenciales, la nombraré Fumiko. Ella también tiene la enfermedad de Grave tal como yo. Aparentemente sus ojos estuvieron fuertemente afectados. Ahora, su historia siempre se permanecerá conmigo y sabrás en solo un momento.
En primer lugar, déjame compartir con ustedes que Fumiko es un farmacéutico quien ha estado alrededor de la medicina por varios años. Sin embargo, ella se sintió suficientemente cómoda para revelar su historia. En el mundo de la medicina, los doctores están entrenados a tener un gran nivel de maestría en sus profesiones en donde ellos pueden manipular situaciones difíciles e insoportables. Esto suelde ocurrir en maneras compasivas para el bien de los pacientes.
Fumiko fue diagnosticada con la enfermedad de la tiroidea hacen más de tres años atrás. Cómo lo supo? Por extraño que suene, su pantorrilla derecha se hinchó a un nivel muy drástico y comenzó a tener palpitaciones cardíacas rápidas. Ella fue al médico para un chequeo, pero nadie pudo descifrar el problema que causó la ampliación. El hospital de Fumiko la refirió a un hospital más grande donde ella se sometió a una serie de pruebas. Ahí fue donde se enteró que tenia la enfermedad de Grave y vio un especialista. Poco después, sus ojos comenzaron a crecer a una velocidad rápida.

Un sinnúmero de personas comenzaron a hablar sobre a su condición y esto causó que fuera muy consciente de sí misma. Ella continuó a recibir su tratamiento. Fue en este momento cuando un médico le dijo que tenía otra enfermedad en los ojos. Era algún tipo de enfermedad como la gripe. El doctor no perdió tiempo en decirle que regrese a su habitación, que no toque a nada ni a nadie en el hospital y que se vaya inmediatamente. El prácticamente la echó. Desorientada y sin saber donde ir, ella se sintió peor. ¿Qué tipo de médico de los ojos le dice eso a una paciente angustiada? Muy pronto ella fue referida al hospital Ito el cual es uno de los más reputados hospitales en Japón. A mi entender, todos los pacientes que desarrollan enfermedad ocular tiroidea son referidos al hospital donde yo actualmente estoy, Olimpia. Volviendo a la historia de Fumiko, sus ojos crecieron tanto y se comenzaron a desplazar y necesitaban cirugía. Ella tuvo la cirugía y ahora, sus pupilas están en una dirección normal como una persona normal. Sin embargo es obvio que ella necesita más tiempo para sanarse; físicamente y emocionalmente.
Cuando me estaba preparando a comer, me senté directamente al cruzar de ella escuchando a su historia atentamente. Sus globos oculares todavía eran grande y su esclerótica (la parte blanca de los ojos) parecían tener líneas rojas que aparentaban ser coágulos de sangre. Yo quería saber que eran pero no tuve el coraje de preguntarle. Por mal que suene, no pude ver sus ojos y comer holgadamente. Me di cuenta que tenia que cambiar mi imagen mental. ¿Y si mi situación fuese tan mal? ¿Cómo se habrá sentido ella con el cambio tan drástico en la parte más evidente de su cuerpo? Su cara. Detuve mis pensamientos y mi disgusto innecesario. Fumiko tiene un gran espíritu. Se sintió cómoda en hablar conmigo en Inglés, algo que ningunos de los otros pacientes tienen la confianza en hacer. Ella es un ser bello. La tuve que mirar con amor y no con lástima. En ese instante, me encantó su fuerza, su belleza exterior e interior. Terminé el resto de mi comida sintiéndome más que bien.
El Suero de Esteroides
Después del desayuno maravilloso y la discusión enriquecedora puse mi bandeja de comida en la rejilla y volví a mi habitación. En poco tiempo supe que el suero estaba de camino. Unos minutos pasaron y entró la enfermera. Ella trajo tres bolsas de suero para tres pacientes. Primero a la señora que duerme diagonal a mi le pusieron su suero. Segunda, fui yo. La enfermera me hizo bajar el espaldar de mi cama para que estuviera completamente de modo horizontal. Yo no estaba tan asustada como yo tiendo a ser de agujas, pero pensé que sería un poco más doloroso de lo que era. Ella explicó que me iba a dejar una aguja plástica en la piel y que si me dolía algo que la llame. Me gusto saber eso y luego ella le puso adhesivo con ternura y me dijo, “cinto horas!” en inglés. Eso fue a las 9:36 de la mañana pues ya por ahí de las 2:36 de la tarde, me lo quitarán.
Cuando me estaba preparando a comer, me senté directamente al cruzar de ella escuchando a su historia atentamente. Sus globos oculares todavía eran grande y su esclerótica (la parte blanca de los ojos) parecían tener líneas rojas que aparentaban ser coágulos de sangre. Yo quería saber que eran pero no tuve el coraje de preguntarle. Por mal que suene, no pude ver sus ojos y comer holgadamente. Me di cuenta que tenia que cambiar mi imagen mental. ¿Y si mi situación fuese tan mal? ¿Cómo se habrá sentido ella con el cambio tan drástico en la parte más evidente de su cuerpo? Su cara. Detuve mis pensamientos y mi disgusto innecesario. Fumiko tiene un gran espíritu. Se sintió cómoda en hablar conmigo en Inglés, algo que ningunos de los otros pacientes tienen la confianza en hacer. Ella es un ser bello. La tuve que mirar con amor y no con lástima. En ese instante, me encantó su fuerza, su belleza exterior e interior. Terminé el resto de mi comida sintiéndome más que bien.
El Suero de Esteroides
Después del desayuno maravilloso y la discusión enriquecedora puse mi bandeja de comida en la rejilla y volví a mi habitación. En poco tiempo supe que el suero estaba de camino. Unos minutos pasaron y entró la enfermera. Ella trajo tres bolsas de suero para tres pacientes. Primero a la señora que duerme diagonal a mi le pusieron su suero. Segunda, fui yo. La enfermera me hizo bajar el espaldar de mi cama para que estuviera completamente de modo horizontal. Yo no estaba tan asustada como yo tiendo a ser de agujas, pero pensé que sería un poco más doloroso de lo que era. Ella explicó que me iba a dejar una aguja plástica en la piel y que si me dolía algo que la llame. Me gusto saber eso y luego ella le puso adhesivo con ternura y me dijo, “cinto horas!” en inglés. Eso fue a las 9:36 de la mañana pues ya por ahí de las 2:36 de la tarde, me lo quitarán.

La Inyección del los Ojos
Después de más o menos una hora de tener el suero, dos enfermeras entraron a la habitación con algunas cosas en sus manos. Ahí fue cuando comencé a pensar, ¿Es doloroso? Afortunadamente inyectaron a la mujer quien duerme al cruzar de mi primero. Lamentablemente yo era la próxima y escuché un pequeño lloriqueo de parte de esa mujer. “Eso no suena bien,” fue lo único que pude pensar. En unos segundos me llaman a mi y me instruyen a ponerme completamente plana mirando hacia el techo y con la cabeza hacia los pies de la cama. Las dos mujeres estaban listas para aguantarme en caso que yo me moviera. “Mierda, esto está a punto de salirse de control!” La inyección entra, pero no recuerdo sentir la aguja penetrando mi piel. Aún, cuando la enfermera o doctora comenzó a desalojar el liquido en la cuenca del ojo -como lo que parecía haber pasado- es cuando el dolor estrelló en mi ojo. Una de las enfermeras sostuvo mis manos y pudo mantenerme fija. El dolor fue derivado de la esteroide y su contacto con mi ojo. En cuanto terminaron de administrar el medicamento, ellos comprimieron el ojo derecho con un algodón y me dijeron que lo aguantara por cinco minutos. Palpitaba con dolor mientras intentaba agarrarlo debajo de mi ojo. Le di una cuantas patadas al colchón y respire fuertemente una y otra vez hasta que la incomodidad se calmó. Esos fueron los cinco minutos más largos de mi vida. Mi ojo derecho se hinchó pero el dolor del día ya desapareció.
Después de más o menos una hora de tener el suero, dos enfermeras entraron a la habitación con algunas cosas en sus manos. Ahí fue cuando comencé a pensar, ¿Es doloroso? Afortunadamente inyectaron a la mujer quien duerme al cruzar de mi primero. Lamentablemente yo era la próxima y escuché un pequeño lloriqueo de parte de esa mujer. “Eso no suena bien,” fue lo único que pude pensar. En unos segundos me llaman a mi y me instruyen a ponerme completamente plana mirando hacia el techo y con la cabeza hacia los pies de la cama. Las dos mujeres estaban listas para aguantarme en caso que yo me moviera. “Mierda, esto está a punto de salirse de control!” La inyección entra, pero no recuerdo sentir la aguja penetrando mi piel. Aún, cuando la enfermera o doctora comenzó a desalojar el liquido en la cuenca del ojo -como lo que parecía haber pasado- es cuando el dolor estrelló en mi ojo. Una de las enfermeras sostuvo mis manos y pudo mantenerme fija. El dolor fue derivado de la esteroide y su contacto con mi ojo. En cuanto terminaron de administrar el medicamento, ellos comprimieron el ojo derecho con un algodón y me dijeron que lo aguantara por cinco minutos. Palpitaba con dolor mientras intentaba agarrarlo debajo de mi ojo. Le di una cuantas patadas al colchón y respire fuertemente una y otra vez hasta que la incomodidad se calmó. Esos fueron los cinco minutos más largos de mi vida. Mi ojo derecho se hinchó pero el dolor del día ya desapareció.